Algo que escribir, part 3. ¿Jefe o novio?

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Y sí, la una primera semana de clases fur intensa, pero Emily sabia que matar estaba en su personalidad, era ella.

Querida Lectora:
Emily recibió una salida recepción al llegar a casa.
— ¿Qué tal estuvo? — dijo Lucinda. — ¡Cuéntamelo todo!
— La universidad está genial; conocí a varios compañeros. No soy la única estudiante a distancia; de hecho, la mayoría lo son. Pero maté a un profesor.
— ¿Qué? ¿Por qué?
Emily le contó la historia a Lucinda, y ella lo entendió. — Ah, era uno de esos.
— También me entere de que la mayoría de los estudiantes van una vez al mes porque de los profesores quieren que los estudiantes estén presentes en los exámenes.
Lucinda también apoyó esto, diciendo que lo entendía y que no creía que los jefes se opusieran; sin embargo, sugirió mantenerlos informados.
Emily lo haría. Había prometido enviarles sus horarios actualizados cada mes; de hecho, estaba a punto de enviarles el primero.
Emily preparó su correo con cuidado, asegurándose de no olvidar nada. — Listo, ya lo envié, — dijo Emily.
Casi de inmediato, sonó su teléfono. — Bienvenida. — dijo Steve. — Estoy aquí con papá y el abuelo. Esta genial que viajes una vez al mes. Tendremos algunos asuntos allá en tres semanas, así que viajaré contigo.
Emily dudo. — Pero, ¿no crees que la policía podría relacionar mis viajes con los trabajos?
— No, porque haremos un trabajo diferente. ¿Podemos vernos más tarde?
— Claro, cuando quieras, — dijo Emily.
Esa noche, la camioneta negra recogió a Emily y la llevó a un restaurante muy lujoso. Un camarero la condujo a una sala aparte donde estaban los jefes y otros hombres.
— Buenas noches, — dijo Emily, de pie en la puerta.
Steve saltó de su silla para recibir a Emily. Otro hombre dejo libre la silla junto a Steve para Emily.
El jefe mayor puso un periódico delante de Emily.
— ¿Qué pasó, cariño? — preguntó.
— Quiso abusar; — Quería que fuera su asistente, que me quedara en la universidad y que fuera su puta incluso después de graduarme — explicó Emily.
— ¿Quién apagó las cámaras de vigilancia?
— El lo hizo — dijo Emily. No quería pruebas en su contra.
— ¿Lo sabías?
— Sí — dijo Emily. Parte de su amenaza era que sería mi palabra contra la suya.
El anciano arqueó una ceja. — Eres brillante. ¿Qué veneno usaste?
Emily sacó un pequeño estuche metálico de su bolso y lo puso sobre la mesa. Lo abrió, y los hombres pudieron ver un dardo pequeño con la punta tapada.
— Ten cuidado de no tocarlo — dijo Emily. Es extracto concentrado de acónito.
— ¿Cómo lo manejas? — preguntó Steve.
Emily sacó un par de guantes gruesos de silicona de su bolso.
— Espera, ¿eso es una jeringa? — preguntó Steve.
— Sí, ten cuidado, no lo toques — dijo Emily.
— ¿Está cargado? — preguntó el abuelo de Steve.
— Sí, señor, — Emily respondió.
Emily se puso el guante y quitó la funda del dardo.
— ¿Tienen una pelota o algo?
— No, lo siento, — dijo Steve.
— Esta bien; la guía del dardo es diminuta, cuando se la encajo a alguien con el dardo, no deja rastro pero inyecta 3 mililitros de acónito concentrado. 2 mililitros ya son una dosis letal, — explicó Emily.
— El profesor abusivo tenía problemas cardíacos, así que sufrió un infarto masivo y murió prácticamente al instante.
— Ya veo; y al apagar las cámaras, el hombre te dio libertad para actuar, — dijo el abuelo.
Emily asintió.
— ¿De dónde sacas el veneno? — preguntó el abuelo.
— Yo lo preparo, dijo Emily.
— ¿Entonces es tu receta? preguntó el abuelo.
— Sí, — dijo Emily.
El abuelo no pudo ocultar su admiración por Emily. Steve no se contuvo y la besó en los labios. Y Emily no pudo decir que le disgustaba. De hecho, Steve le gustaba mucho.
El abuelo se puso de pie. Todos guardaron silencio. Le explicó a Emily que planeaban tomar el control total de la universidad donde ella estudiaba.
— Quizás despidan a dos o más profesores, ya sabes a qué me refiero, — dijo.
Tras explicarle el plan, el abuelo invitó a Emily a unirse a la junta directiva. — Si aceptas unirte a nosotros, Steve se ocupara de cuidarte.
Emily lo miró, sonrió y dijo en voz alta que aceptaba y que se sentía honrada de ser miembro de la junta directiva.
Steve la besó de nuevo, y esta vez, Emily sintió que su cuerpo se fundía con el de ella. Fue un beso sincero de un hombre que le gustaba.
Las puertas se abrieron y un grupo de camareros entró con comida y vino. Emily brindó con champán y comió la comida más deliciosa que jamás había probado.
Esa noche, Emily regresó a casa cansada pero emocionada. Lucinda y Carlos la esperaban.
— Carlos me dijo que ahora eres uno de los jefes, — dijo. — Supongo que te mudarás a una mansión.
— ¿Estás loca? No me mudaré a ningún lado, y si lo hago, ustedes vienen conmigo; son mi familia, — dijo Emily, abrazando a Carlos y Lucinda.
A la mañana siguiente, un mensajero le entregó a Emily la escritura de una mansión. Lucinda preparó una cena especial para celebrar, y Steve estuvo presente para compartir la alegría. Ese fin de semana, Emily, Carlos y Lucinda se mudaron a su nuevo hogar, y Steve estuvo allí para ayudar.
En su primera noche en su nuevo hogar, Emily se sentó frente a su laptop. — Mmm, tengo la trama perfecta para mi novela.
Para entonces, Emily tenía un bonito escritorio y una foto de ella con Steve.

Con cariño, Victoria.

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